Así se llama uno de los capítulos de nuestra novela «Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión».
Nos ponemos en situación…
Cecilia nuestra protagonista, junto con el constructor, acaba de ver que la casa d
e sus abuelos tiene un okupa, asustada ante semejante percal y antes de que pudiera sacar el móvil para llamar a la policía, «….. un chico enorme acababa de cruzar el jardín y los contemplaba boquiabierto. No tendría más de veinte años, era negro como el ébano, el blanco de sus ojos amarilleaba y estaba sucio. Sucio y cubierto de polvo…» «…-no hago daño- dijo el chico con su acento suajili…». Ella sin saber muy bien porqué ese chico le inspiró una súbita ternura. Le daba mucha pena.
El constructor viendo la cara de boba que se le estaba poniendo a Cecilia, decidió advertirle que no se podía fiar de esa persona pues igual saca un cuchillo y la mata. Aun así la mirada del joven, la enternecía.
Decidió tomar una determinación, la menos recomendable, pero a fin de cuentas cuando tomó la decisión de casarse con su marido resultó ser una decisión desastrosa. Ahora tomaría las decisiones con el corazón, sin tanto razonamiento, «…que me apetece llorar, pues lloro. Que me apetece gritar, pues grito. Que me apetece refugiar a un inmigrante ilegal, subsahariano, potencialmente peligroso, procedente de un país en el que la vida no vale nada, pues lo refugio…» Y así es como decide que se quede en su cobertizo mientras dura la restauración de la casa y luego ya se verá. Justice, el okupa, se relajó y sonrió.
«…oye Justice -dijo Cecilia- ¿Tienes hambre? -Hambre sí. Mucha. – Pues vamos a comer…»
Y así, la peculiar pareja se fue a comer a un restaurante cerca de la casa de los abuelos. Justice devoró un buen plato de paella, un chuletón de Ávila y como postre un flan de huevo. «…Hasta que no tuvo la barriga llena no se decidió a contarle su historia a aquella desconocida desaliñada que acababa de convertirse en su casera…»
Y aquí es donde nos quedamos para preparar unas deliciosas recetas, de primero una riquísima paella, y de postre un flan de huevo muy fácil de preparar.
2 respuestas a “Se prohíbe alojar criaturas desvalidas en el cobertizo de la pensión.”