Seguimos con la novela de Glenn Cooper «La Biblioteca de los muertos».
Nos ponemos en situación…
Estamos en la casa de Clive, varios agentes del FBI se han instalado allí esta noche para salvaguardar su vida de una posible amenaza. Él no se siente nada cómodo, nunca le gustaron las visitas y mucho menos de ese tipo, pero sabía que no le quedaba otra.
Faltaban 4 horas para que terminara el día del Juicio Final, no le perderían de vista hasta media noche, no contestaría al teléfono, lo velarían mientras durmiera y a la mañana siguiente volverían a evaluar el nivel de amenaza.
La noche se presentaba muy larga, así pues deciden pedir algo para cenar ya que en la nevera de Clive se encuentra prácticamente vacía.
Enseguida salen sugerencias para pedir, al fin de al cabo paga el gobierno. Unas costillas de Charley’s, macarrones con queso, puré de patata, maíz dulce, arroz con judías y acelgas… ya había hambre. Al cabo de un rato golpearon con los nudillos la puerta del apartamento donde se encontraban, era un policía con una bolsa de papel enorme, su cena acababa de llegar.
La comida estaba tan deliciosa que era una pena estropearla con conversaciones banales. Primero terminó Clive y después Will, los dos a punto de estallar, sin embargo Nancy siguió a lo suyo 5 minutos más. Los dos hombres la miraban con una especie de reservada admiración. Al cabo de un rato ella se percató y ruborizada soltó los cubiertos.
«…Recogieron la mesa y lavaron los platos como si fueran una pequeña familia. Eran casi las diez de la noche…»
excelente elecciòn 🙂
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Gracias AlonaDeLark. Mmm la pasta siempre deliciosa!!!
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