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Galletas de Jengibre.

Y aquí os traigo mi gran descubrimiento personal, el jengibre. Y con el realicé unas galletas que están deliciosas. Para los que seáis más escépticos con esta raíz (como yo lo era), arriesgaros que os aseguro que os llevareis una grata y deliciosa sorpresa. Y la novela que me trajo hasta aquí es Nuestra casa en el árbol, de Lea Vélez.

Vamos a por ellas!!!

Dificultad: Fácil (solo requiere paciencia)

Ingredientes:

  • 225 gr. de harina de repostería.
  • 8 gr. de levadura en polvo. 
  • 12 gr. de bicarbonato sódico.
  • 100 gr. de azúcar.
  • 1 cucharadita (de café solo,que no de postre) de jengibre molido.
  • 1/2 cucharadita de canela en polvo.
  • 100 gr. de mantequilla fría.
  • 100 gr. de miel.
  • un pellizco de sal.
  • Azúcar para rebozar.

 

Lo primero ponemos a precalentar el horno a 180º, forramos las bandejas con papel sulfurizado y reservamos.

 

En un bol amplio ponemos la harina tamizada, la levadura, el bicarbonato, el azúcar, el jengibre, la canela y la sal. Mezclamos bien.

 

Incorporamos la mantequilla cortada en cubos no muy grandes y ayudándonos de las manos estrujamos bien la mantequilla con los otros ingredientes hasta conseguir integrarla por completo, su textura asemeja a las migas de pan.

 

Una vez bien mezclado todo añadiremos la miel, y con la ayuda primero de una espátula y luego con las manos, la iremos integrando hasta conseguir una masa. (No desesperéis a la hora de mezclar, parece que son demasiados ingredientes secos para que se forme una masa, pero os aseguro que se forma.)

 

Tomamos pequeñas porciones de masa, formamos bolitas con las manos y las rebozamos en azúcar. Las colocamos en la bandeja, separadas entre sí como de unos 3 de dedos aprox. Las aplastamos con un tenedor o con lo que tengáis a mano y las llevamos a hornear durante 10 minutos.

 

Esperamos unos minutos antes de quitarlas de la bandeja ( de lo contrario se pueden romper) y la dejamos enfriar totalmente sobre una rejilla.

Y ya solo queda degustarlas con un buen café o una deliciosa infusión.

 

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La gran sorpresa, el jengibre.

No me cansaré nunca de decir lo que ha supuesto para mi este blog, sobre todo en el tema culinario. Me abre puertas que ni siquiera en otra época me habría atrevido a tocar. No es que yo sea especialita con la comida, todo lo contrario, me gusta prácticamente de todo, unas cosas más que otras pero por lo general no hago ascos a la comida. Me gusta sobre todo probar cosas nuevas en especial cuando salgo de viaje, unas veces acierto y otras no , pero no me arrepiento de haber probado nada me dejara buen recuerdo o no tan bueno.

En este caso es el jengibre, esta raíz adorada por muchos y odiada por otros tantos (yo me incluía) tiene una cantidad de propiedades increíbles pero a mí se me resistía. Lo intenté en numerosas ocasiones pero nuestra relación no cuajaba, su olor, si si estupendo, pero como ambientador quizás, ya que según huele así sabe.

Y mira por donde este mundo mío literario ha querido volver a reencontrarnos y yo de nuevo lo quiero intentar.

Así que os pongo en situación pues continuamos con la novela, Nuestra casa en el árbol.

Los niños se hicieron mayores pero los tres han conservado ese niño dentro que jamás hay que perder y qué mejor sitio para sacarlo que en un ambiente donde el aire trae las risas, los recuerdos de otros años, y en estos casos lo mejor es…. dejarse llevar.

Están los tres hermanos en Joiners, han regresado a su casa de la infancia, curiosean unos cuadernos que Richard ha estado escribiendo, son ellos, ellos plasmados en hojas y tinta que ahora se corre por una nube tormentosa que también quiere hacerse partícipe de sus aventuras. 

Deciden recogerlo todo y meterse en casa, una vez allí , vuelven a desplegar todo en la mesa de la cocina, una mesa muy especial, la mesa de papá. Abren armarios, cajones…y empiezan aflorar aún más recuerdos, unos recuerdos que no habría podido escribir Richard sin ellos. Y así entre tazas de porcelana y galletas de jengibre mezcladas con altas dosis de nostalgia, corren ríos de té mientras Michael sigue leyendo en voz alta los cuadernos de Richard.

Y aquí está también mi reencuentro con esta raíz tan peculiar, hoy por fin la conexión ha sido superior.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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