Blog · reseña de libros

Mil días en Venecia.

Vuelvo a retomar mis orígenes después de un gran parón, no dejaré mis relatos, lo cuales complementaré en este blog que ahora se volvió más versátil. En esta ocasión os traigo una novela de la escritora Marlena de Blasi, de la cual ya realicé varias reseñas de otros libros suyos. Si os gusta Italia, y no estáis allí claro, esta es una buena ventana a este país que a mí me tiene enamorada. A pesar de haber tenido la suerte de poder visitarlo en reiteradas ocasiones, aun me falta mi Italia idílica, de esas de libro rosa, lo siento, soy una romántica. Pero sé que la tendré.

Me ha resultado difícil el poder terminarlo, y no es porque sea difícil de leer, sino por las circunstancias pasadas. Lo empecé antes de esta cuarentena, y el parón que me desconcentró en todo no me permitía una concentración suficiente para poder continuarlo pese a mis muchos esfuerzos. Luego vino la otra parte, al ser Italia, en concreto Venecia, hacia resurgir recuerdos que eran dolorosos. Sabía que este libro no podría volver a retomarlo hasta no cerrar esa etapa. Y así ha sido. Ahora ya no trae recuerdos, ahora viene sola, de la mano de la impaciencia por volver a redescubrirla, llena de ilusión, y de entusiasmo, pues me falta por ver Mi Venecia, esa Venecia que no sea yo sola la que la sienta.

Y ahora, esta novela, trae como no podía ser de otra manera, una linda historia, increíble pero a la vez verídica, lo cual nos viene a demostrar, que las casualidades no existen y que nunca es tarde para vivir un sueño.

Marlena es una chef estadounidense, apenas sabe hablar italiano salvo si se trata de hablar de cocina. Fernando «el desconocido» como ella lo llama, un veneciano que se quedó prendado de ella en una de las visitas de Marlena a Venecia, en ese momento no le dice nada, pero un año más tarde la vuelve a ver en una cafetería. El destino ha querido que sea ese el momento y no antes cuando se conozcan los dos. 

Ella totalmente reacia ante tal situación no puede dar crédito a lo que le está ocurriendo, pero por vez primera se deja llevar, hasta el punto de dejar su país, vender su casa, prácticamente todas sus posesiones e irse a Venecia a casarse con su «desconocido». Suena a locura, pero acaso la vida en sí no es una locura, que solo el que se arriesga gana, porque ¿y si la locura no sale bien? pero, y si sale bien. Porque poner barreras a las casualidades, si estas no existen.

 

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No todo es tan malo…

Y continuamos con nuestra novela de Los caracoles no saben que son caracoles.

Clara está muy saturada con todo lo que lleva encima, y el padre de sus hijos no se lo pone nada fácil. El hombre tiene buena voluntad, pero es un auténtico desastre para los negocios, y para este nuevo no fue diferente. Monto junto con un amigo una tienda de móviles y la cosa no terminó de cuajar, o más bien, nunca cuajó. Esto por rebote le afecta también a Clara la cual lleva meses sin que le pase la pensión y tiene que hacer malabares con el dinero.

Eso sí, hay que reconocerle que es el mejor padre del mundo haciendo guerra de cojines con sus hijos. Clara lleva una semana llamándolo y la madre de él no para de ponerle excusas, así que harta de la situación se presenta en casa de su suegra (que es donde vive su ex). 

Este se encuentra en su cuarto y le explica la lamentable situación que tiene, Clara no da crédito a lo que le cuenta y cuando está a punto de marcharse entra Elisa, su suegra, y le dice,» _Hija te hecho torrijas para que le lleves a los niños. _ Es verdad. No me acordaba de que la semana que viene es Semana Santa. _ Están tan buenas que se deshacen en la boca.» Y es que nada como un dulce para suavizar las cosas. 

Y así con esas torrijas en la cabeza os dejo, para la próxima pasaros la recetilla, una receta que hacía mi abuela y que yo sigo haciendo. Para que esta próxima Semana Santa os animéis a preparar tan rico dulce y que en mi casa es tradición todos los años.

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Los caracoles no saben que son caracoles.

Una de las tantas cosas por las que me gusta leer, es porque pueden transmitirte (casi siempre) las emociones que los protagonistas sienten. Es por eso que ahora estoy en una etapa en la que las historias tristes, melancólicas, grises…no me van nada bien. Tanto me meto en escena que me deprimen como al personaje.

Es por esto que decidí leer este libro que me recomendó un amigo, un libro para pasar un buen rato y muy fácil de leer.

Este libro que hoy os traigo se llama Los caracoles no saben que son caracoles de Nuria Roca, presentadora, actriz, periodista, escritora, arquitecta y locutora. Esta mujer tan polifacética, te hará reír y llorar por partes iguales.

Os cuento…

Clara tiene treinta y cinco años y su hermana tres años mayor que ella, es más alta, más delgada y dicen que también más guapa. Así es como se nos presenta Clara, la cual también tiene dos hijos pequeños Mateo y Pablo, y desde hace dos años un ex marido, Luisma, su novio de toda la vida.

Ella trabaja en una productora de televisión, en donde unas veces ejerce de jefa, otras auxiliar, otras de secretaria, … También trabaja en un estudio de fotografía en el que casi siempre retrata alimentos para los carteles de oferta de unos grandes almacenes.

Vamos que entre tanto ajetreo apenas le da tiempo aburrirse. Pero cuando piensas que las cosas no se pueden reliar más, va la vida y te da otro revés, (y aquí es el momento triste de la historia, que a mí me logró sacar las lagrimillas lo confieso).

Aun así, Clara intenta recuperarse, entre amores, su trabajo estresante, dos niños, un ex marido con mala mano en los negocios, unos padres que merecen un libro cada uno y la gran sorpresa…

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La chocolatería más dulce de París.

Hola de nuevo a tod@s!!! cuantas ganas tenía ya de volver a contaros mis lecturas, pero las cosas se me acumulan y por desgracia no tengo tiempo para leer todo lo que quisiera y como consecuencia, no puedo escribir nada, ni hacer ninguna recetilla (que también se agradece aunque no sean muy de dieta pero si de capricho y eso siempre tenemos que darnos alguno).

Aquí os traigo esta novela divertida y amena ( algo que yo necesito en estos días), de la autora Jenny Colgan. Ya comenté varios libros suyos, y es que lo que he leído de ella me gusta por lo entretenida y lo bien que me lo hace pasar, además trae un extra al final de sus libros, y son recetas para que te animes a realizarlas en casa. De este que deciros, que me ha costado mucho elegir solamente una y no descarto, que no sea alguna más, y es que ¿quién se puede resistir al chocolate?

La historia comienza con nuestra protagonista, Anna, de 30 años y de profesión probadora en una fábrica de chocolate, así es como ella misma se presenta. Su vida transcurre como una chica normal con una vida normal, hasta un accidente en la fábrica le hace replantearse todo, incluido su trabajo.

Y aquí está Anna sintiéndose la persona más desgraciada del planeta, pero en la vida hay personas que llegan a tu vida cuando tienen que llegar, ni antes ni después y de ello tienes que aprender. Y así de la manera más loca, una antigua profesora suya de francés, le encuentra trabajo en París, algo sin pretensiones pero muy en su línea, en una tienda de un viejo conocido que fabrica chocolate gourmet, de ese que aún se realiza a mano cada paso y que descubres cuando te llevas un trozo a la boca y este te dibuja un cuadro de sensaciones dentro. Y es entonces cuando te das cuenta que lo que antes has comido con el nombre de chocolate, tiene que ser otra cosa pues en nada se parece aquello. 

Así es como Anna se pone a trabajar en aquella chocolatería de París, allí conoce a personas que le harán disfrutar del oficio, que la sacarán de quicio, pero todo eso merecerá la pena. Y es que uno siempre está en el lugar que tiene que estar, da igual lo que hagamos porque siempre estaremos en el sitio que nos corresponde en ese preciso momento.

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Jesús me quiere.

Buenas tarde a tod@s, lo primero deciros que no os alborotéis con el título de este nuevo libro, ya que resulta ser muy divertido perfecto para estos días que estamos teniendo tan grises y con bastante frío. Esta novela es del escritor David Safier del cual ya comete algún libro más suyo, muy entretenidos todos los que yo hasta el momento he leído.

Os pongo en situación:

Marie es una chica que se siente bastante desdichada en lo referente al amor. Los novios que ha tenido o bien no compartían sus mismas expectativas ante la vida o bien ella no compartía por ellos las suyas, siempre tiende a enamorarse del hombre equivocado.

Tras una situación, un tanto peliculera, aunque muy real para Marie y muy dolorosa, (dado que no siempre hacer lo correcto signifique lo más gratificante a corto plazo aunque a la larga si lo sea) nuestra protagonista se encuentra en su cuarto de cuando era niña y donde por un mal estado del tejado que pilla justo encima de su habitación su padre tiene que llamar a un carpintero a solucionar semejante desagravio. Y aquí es donde Marie conoce a un hombre sensible, atento y con unos ojos que no puede quitarse de la mente. 

Solo tiene un pequeño pero, él dice ser el Mesías que ha venido poco antes del  Juicio Final que será la semana siguiente.

Una historia loca y divertida donde en el trasfondo de ella te das cuenta que lo único que merece la pena es el amor por ti  y por los demás. Que el resto son cosas superfluas de las cuales cargamos nuestra «mochila» sin dejar sitio a lo que verdaderamente vale. Y es que en los momentos desesperados es cuando te das cuenta de esas cosas, las que importan de verdad. 

«…No te preocupes por el mañana, porque el día de mañana tendrá sus propias inquietudes…»

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Nuestra casa en el árbol.

Buenas a tarde a tod@s, hoy os traigo una novela que es a partes iguales encantadora y reflexiva. La novela en cuestión es Nuestra casa en el árbol, de Lea Vélez, escritora madrileña con fuertes lazos con Inglaterra.

Deciros que es para momentos sin prisa (¿y que novela lo es?) relajada, entretenida con la cual refrescas momentos y hechos hace tiempo olvidados, y es que los niños son así, nos hace volver al principio de nuestra infancia y no podemos evitar vernos reflejados muchas veces en ellos.

Nuestra historia trata de Ana, una mujer recientemente viuda y con tres hijos, Michael de seis años, Richard de cinco años y María de cuatro años, unos niños poco convencionales y que gracias a su vida en plena libertad, extraerán sus destinos y vocaciones, ….»demostrando que la excelencia puede alcanzarse a través de la sencillez, sin sacrificar la infancia en favor del futuro…». Ella es una mujer que no tiene tiempo ni quiere vivir como el sistema le dice y a cambio toma la decisión de romper con todo y marcharse al sur de Inglaterra, al hostal inglés que su marido le dejó en herencia.

Todo pasa en un cúmulo de experiencias vividas que siguen tan vivas porque las llevan dentro. Experiencias como la visita del holandés, («…un hombre alto, lacónico, de mirada densa como la madera y sonrisa fácil…»), el «príncipe Netley» (hombre adinerado, con poco tiempo libre, que siempre vestía de traje azul y que vivía en el castillo de Netley, sitio que por dentro fue restaurado y lo convirtieron en pisos de lujo), el río, las rutas en barca, y su madre con la idea en la cabeza de construirles una casa en el árbol, para ellos y también para ella, porque los límites nos lo ponemos nosotros y la sociedad machacona, pero son nuestras ganas y nuestra fuerza interior lo que importa de verdad para tirar para adelante. Ana es una mujer fuerte que enseña a sus hijos «… a comprender la desgracia desde un sentido de urgencia, de aprovechar el tiempo, de fugaz mortalidad, de amor a contrarreloj…» y también «…a no creer en algo porque lo repite todo el mundo, porque todo el mundo puede estar equivocado…»

Y así, entre la gran tenacidad de Ana por construir ella sola la casa en el árbol, donde «…para ver más allá hay que cambiar de punto de vista…» donde las reflexiones saltan de página en página, tanto que se quedan pegadas en la cabeza porque «…la memoria es el jardín de las delicias….. es la ciudad del pasado en la que vivimos…». Porque «… el lenguaje no termina cuando callan las palabras…» está en todo lo que vemos y sentimos, en las cosas realizadas por otras manos, en el olor de esa fragancia conocida…. esas cosas nunca se olvidan.

«…todos tenemos días amargos, pero también la quina es amarga y es el principal ingrediente del gin-tonic. Bebamos. Suavicemos los errores, saquemos de ellos temores tocando las estrellas saboreando cada trago, llorando estuarios de sal junto a los poetas persas, hasta que las preocupaciones se disuelvan en una canción de Bob Dylan o de Leonard Cohen junto al fuego…» solo de esa manera es como se vive la verdadera vida.

 

 

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Duras pero deliciosas.

 

He aquí donde vuelvo de nuevo a la novela La cena Secreta de Javier Sierra.

En estos momentos nuestro protagonista está junto al hermano Alessandro que tanto lo ayudó. Este, apenas intercambiaba unas cuantas palabras con los demás hermanos aunque cuando pisaba la biblioteca, su verdadero sitio, perdía toda rigidez y su lengua se desataba como si el resto del tiempo hubiera permanecido dentro de una jaula «Nunca lo vio probar bocado, aunque cada jornada le traía agua, unas pastas de trigo prietas como cantos rodados ( una especialidad de fray Guglielmo que hurtaba a escondidas para él), y hasta le abastecía de aceite limpio para la lámpara cada vez que esta amenazaba con extinguirse…»

Y así en esta situación donde unas cuantas pastas pueden llegar a ser una gran comida a falta de otras viandas haremos las nuestras, pero no serán unas cualquieras sino un gran tentempié reconstituyente donde si aun nos queda parte de la mermelada de melocotón que preparamos anteriormente será nuestro gran colofón para estas pastas deliciosas.

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Nada tan dulce como la miel.

Continuamos con la novela de Javier Sierra, La cena secreta. 

Y os pongo en situación. Nos encontramos en la iglesia de Santa María delle Grazie, Milán, allí se encuentran reunidos todos los hermanos en el claustro de los muertos en torno a cuerpo del hermano bibliotecario el cual apareció muerto en unas extrañas circunstancias.

Todo se desarrolla rápido, pues se teme que su cuerpo empiece a descomponerse y por esa razón deciden inhumarlo en la mayor brevedad posible.

La ceremonia fue rápida, dio la sensación de que los hermanos tenían prisa por ir a cenar antes de que oscureciera.

De hecho «…los frailes murmuraban sobre el arroz con legumbres que los esperaba o los pastelitos de miel que aun sobraban de navidad».

Y quedándonos solo con la parte dulce del relato, voy a realizar esos pastelitos de miel que están para chuparse los dedos, aunque con la vuelta de los días de calor y asueto, hemos de volver a la vida un poco más sana, pero sana es la miel y un poquito de dulce con moderación no hace daño a nadie.

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Ese perfume secreto…

Seguimos con nuestra novela «El perfume secreto del melocotón», vamos a ponernos en situación…

Nos encontramos en casa de Armande donde ahora se aloja Vianne y sus hijas, Alyssa también se encuentra con ellas. Alyssa no se encuentra muy receptiva pero, aun así, Vianne decide integrarla haciendo algo común con todas, recolectar los melocotones maduros del melocotonero del patio. Tal proposición sacó de ella el destello de una sonrisa en su solemne carita, «… Esto me recuerda a mi abuelo -dijo- . Le gusta cultivar cosas. Tiene un caqui cerca de su casa; solo ha dado frutos una vez, pero lo cuida como si fuera su único hijo. Esa era la frase más larga que le habia oído decir Alyssa hasta entonces.

«…¿Te gustaría echarnos una mano? le preguntó Vianne. vamos hacer mermelada de melocotón…» » es una receta muy sencilla. Tenemos todo cuanto necesitamos: azúcar de mermelada (ese azúcar que lleva pectina para que la mermelada cuaje), un cazo de cobre, frascos, canela….y melocotones, claro»

Una vez hecha «…la metemos en frascos hasta que llegue el invierno. Me miró de inmediato.  – ¿El invierno?  -Claro. Yo no estaré aquí- dije-. Pero la mermelada sabe mejor en invierno, cuando las noches son largas y el aire es helado. cada frasco que abres es como abrir un poco de mermelada de sol…»

Y así, como no podía ser de otra manera dando honor al título de nuestra novela de hoy, voy a preparar una rica mermelada de melocotón aprovechando que ahora están en su momento óptimo.

¡¡¡Pero nosotros no podemos esperar al invierno a probar este suculento manjar!!

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El Perfume secreto del melocotón.

Hola tod@s,   hoy os traigo quién ha sido mi compañera en estas tardes de verano, es verdad que tardé en terminar de leerlo pero perderme entre sus páginas ha hecho que las tardes fueran menos sofocantes y llenas de un dulzor y una extraña paz, digo extraña porque no se si eso te lo hace llegar una lectura pero a  sí que me pasó y fue tan agradable que tal vez por eso me relajé tanto y regodee en tantas de sus frases que la lectura total me llevó más tiempo quizás de lo necesario, ¿o no? quizás me llevó el tiempo que me tenía que llevar para poder sacar de entre sus páginas esta sensación de bienestar.

Tal ha sido, que acabo de terminar ahora mismo de leerla, y lo primero que he pensado es en ponerme a escribir hasta que este aura se desvanezca con otros quehaceres rutinarios. Y es que quisiera poder transmitiros todo lo que siento en este momento para al menos sembrar en vosotr@s un mínimo de curiosidad y os lancéis a esta fantástica aventura para también experimentar todas estas sensaciones fantásticas.

Esta novela » El perfume  secreto del melocotón» de Joanne Harris, es la continuación de otra novela muy famosa llamada Chocolat, algunos os recordará a la película que se hizo basada en este libro, yo soy la primera, y me gustó tanto la historia que cuando supe de una segunda parte no pude resistirme a leerla.

Evidentemente, como casi siempre la novela describe con un infinidad de matices imposibles de plasmar en la pantalla ( aunque de esta novela no tengo conocimiento de que hayan realizado película) por eso son tan mágicos los libros, porque te permite especificar con tanta sutileza como el autor quiera y así transmitirnos la esencia.

La novela comienza con una carta  de Armande, y esta carta lleva un destino muy concreto, Vianne Rocher, han pasado los años pero ella sigue igual, y sus «dones» intactos, una carta que termina con la frase, «…y recuerda: todo vuelve. Al final, el río lo devuelve todo.»

A raíz de dicha carta, ella junto con las niñas, decide volver al sitio donde un día vivió, Lansquenet, «…con sus casas de color pardo las callejuelas que descienden tambaleándose hasta el Tannes, las estrechas tiras de campos de cultivo que se extienden a través de las colinas azules. Y Les Marauds, donde vivía Armande, las viejas y desiertas curtidurías; las casas con entramado de madera, abandonadas, que se inclinan como un borracho sobre el camino del Tannes, donde los gitanos amarran sus barcas y encendían hogueras junto a la orilla del río…».

Todo parece igual pero a la vez muy distinto, deciden que los días que pasen allí se alojarán en casa de Armande donde en el patio tiene un fantástico melocotonero y el cual está llenísimo de fruta madura, frutos que prometió a su dueña recogerlos ya que sería una lástima que se echaran a perder. «…el perfume del melocotonero lo invadía todo; una soñolienta fragancia de finales de verano que parecía dejar un resplandor en el aire, como el rastro del atardecer.»

Y así, sin apenas darse cuenta Vianne va adentrándose en secretos familiares, disputas sin principio, pero eso sí, todo cargado de esa magia y sensibilidad tan característica en ella. Los Habitantes muchos de ellos son gente nueva, musulmanes que han elegido este lugar para asentarse, la vida fluye en armonía entre todos sus habitantes pero la llegada de Inés Bencharki  y  Karim Bencharki hace que las distintas comunidades que conviven en concordia se vuelvan enemigas y se forme una guerra interna la cual no parece que tenga otro final que el desastre, o quizás Vivianne ha venido para irradiar paz en el ambiente? El viento cambia y nada podemos hacer, solo prestarle atención para no dejarnos llevar por la confusión que en ocasiones trae con el…

Feliz noche a tod@s!!!