Ya no duele, ya la herida se cerró, y por suerte hace ya muchísimos meses. A punto de cumplir un año de una libertad que no creía que me hacía falta. Pensamientos antiguos que vuelven a mi mente y me hace sentir un poco tonta e ingenua a la vez, por haber permitido que entrara en mi vida ese sentimiento de estar indefensa frente al mundo y ver ahora que no lo estaba .
Dolió tantísimo la situación que no creí que fuera capaz de remontar de nuevo, otra vez, volver a poner el contador a cero, volver a sacar fuerzas que creía que ya no tenía, pero sobretodo mi grandísimo error, era pensar que no quería luchar más por mí, por mi futuro que en ese momento no veía.
Hasta el simple hecho de ir a comprar, se me hacía una tarea titánica, dolorosa y asfixiante. Los tiempos no fueron los mejores, 2020 nos lo puso muy difícil a toda la humanidad, pero ¿acaso no son las dificultades las que nos hace valorarnos y crecer más fuertes? Es la supervivencia.
Y como es arriba lo es abajo, y conforme fue de doloroso, así fue de espectacular todo lo que me vino después, un contrapunto inesperado donde tan sólo tenía que hacer algo muy sencillo y a la vez dificilísimo, dejar de nadar contracorriente, dejar al duelo un tiempo prudencial y aprovechar ese tiempo para llorar hasta que no quedaran más lágrimas que derramar, aceptar que la vida son etapas, y sobretodo, que nada pasa por casualidad, la vida es tan maravillosa que cuando te desvías de tu ruta personal ella mueve el universo para hacerte volver a tu camino, uno, que generalmente no vemos por llevar autoimpuesto anteojeras, las cuales solo nos permiten ver lo que tenemos en frente, y así nos autoengañamos de que lo que tenemos es lo mejor para nosotros, y ojo, puede que sea bueno, pero no para nuestra vida, para dejarnos crecer y ser plenos.
Y así es como la vida nos habla, a golpes, porque lo sutil durante años no queremos verlo ni oírlo. Poner el contador a cero es durísimo, sacar de nuevo fuerzas ejercicio de titanes, pero todo ello tiene una gran recompensa, barres de tu vida las personas que creías que estarían a tu lado y solo eran bruma, descubres las carencias que no sabías que tenías, recuperas partes de tu vida que por circunstancias aparcas y que ahora amarras fuertemente para que nunca más salgan, los verdaderos amigos muestran sus caras, otras nuevas encuentras y entre todos te ayudan a levantar de nuevo el alma y dibujar una sonrisa, que tenías olvidada.
Es verdad que ahora no tengo nada por fuera, muchas cosas me hacen falta, que esta pandemia ralentiza y no me permite empezar aún mi nueva etapa. Pero sin embargo, me siento muy afortunada, lo importante lo tengo, interiormente estoy colmada, me siento querida por mucha gente y todo esto no lo cambio por nada. Así que doy gracias a la vida por esa gran patada, pues no lo habría visto de otro modo el gran desvío que llevaba, como dejaba pasar la vida sin saber que se pasaba y como consecuencia de todo eso no hacer por ello nada.
El final, de este recuento es muy bueno, a pesar de todas las circunstancias, doy gracias a los que la provocaron, a los que no hicieron nada, a los apoyos inesperados, a los apoyos que esperaba y que nuevamente no me fallaron bajo ninguna circunstancia, gracias a los que se fueron como humo y a los que aparecieron sin buscar nada, gracias de corazón, pues por todo ello mi vida ha sido limpiada, reorganizada, se limpió de todo lo que no me sumaba ni yo sumaba.