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Pastel Tosca.

Este delicioso pastel veréis que no pasará desapercibido. De nuestra novela «Tres abuelas y un cocinero muerto» viene este dulce sueco que es un bizcocho muy esponjoso con un ligero sabor a vainilla y coronado con un crujiente de frutos secos caramelizados, todo un reconstituyente.

Parece ser que su origen es de principios del siglo XX y su nombre se relaciona con Tosca, la ópera de Puccini, pero no encontré nada más al respecto así, que nos quedamos con eso y su suave bizcocho con crocante de almendras.


Dificultad: Fácil (no tiene complicación, los pasos a seguir son muy sencillos, solo batir los ingredientes y poco más).

¡¡¡Vamos a la faena!!!

Ingredientes:

  • 150 gr. de mantequilla a temperatura ambiente.
  • 150 gr. de harina (que tamizaremos con un colador metálico)
  • 2 huevos a temperatura ambiente.
  • 60 ml. de agua del grifo.
  • 2 cucharaditas (de las de café, NO de postre) de azúcar avainillado.
  • 1 cucharadita (de las de café, NO de postre) de levadura en polvo tipo Royal.

Para la cobertura:

  • 100 gr. de almendras troceadas naturales sin tostar y sin sal. Yo las piqué con un cuchillo a groso modo. (También podéis poner la mitad de almendras y la otra mitad de avellanas).
  • 60 gr. de mantequilla (aquí no pasa nada que esté fría)
  • 100 gr. de azúcar.
  • 25 gr. de harina.
  • 30 ml. de nata (de la que usamos para montar, con un mínimo de 35% en materia grasa).

Empecemos poniendo en horno a precalentar a 180º.

En un bol ponemos la mantequilla, el azúcar y el azúcar avainillado, batimos con unas varillas eléctricas hasta crear como una crema. Batimos los huevos y se lo añadimos a la mezcla, batiendo con las varillas eléctricas hasta que se hayan incorporado por completo.

Seguidamente agregamos la harina tamizada en varias veces (no añadir más hasta no haber mezclado bien todo) y después la levadura.

Bate bien para incorporar aire a nuestra masa. Por último añade el agua y mezcla todo muy bien.

En un molde previamente engrasado, (yo puse papel de hornear que me resulta más práctico, forras bien el molde y ya está), poner nuestra mezcla y meter al horno durante 25-30 minutos (dependiendo de cada horno).

Mientras se hornea nuestro pastel, hacemos la parte de arriba. En un cazo ponemos todos los ingredientes de la cobertura y lo llevamos a fuego suave y sin dejar de remover.

Cuando hayan pasado los 25- 30 minutos de nuestro pastel, sacamos con cuidado y le ponemos por encima la mezcla de almendras, extendiendo con cuidado y lo volvemos a llevar al horno. Lo dejaremos 10 minutos más.

Pasado ese tiempo lo sacamos del horno pero lo dejamos enfriar completamente en el molde.

Al cortarlo hay que tener cuidado de no cortarnos y no aplastar el bizcocho demasiado ya que la costra de arriba ofrecerá resistencia.

 

 

 

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Dulce sueco.

Desde dónde yo me encuentro me queda retiradillo, pero con la cocina vamos a traer un poquito de allí en compañía de la novela «Tres abuelas y un cocinero muerto».

Nos encontramos en la cafetería Fazer, allí se hallan el embajador, Siiri, Anna-Liisa, Margit Partanen y su esposo. Es el lugar perfecto que han encontrado para ponerse al día en los asuntos que rondan El Bosque del Crepúsculo, y ya de paso darse un homenaje con una merienda. 

Pidieron varias cosas sin importarles el precio, algunos bagels, café, varios trozos de tarta entre los que se encuentra un trozo de pastel tosca. Todo está delicioso incluso llegan a preguntarse si aquello no tendrá alguna clase de droga de lo adictivo que resulta. Todo transcurre serenamente; es lo que tiene llegar a cierta edad, el tiempo se hace más lento y cualquier acontecimiento es un buen tema de conversación.  El asunto del interrogatorio de Siiri no deja indiferente a nadie, sobre todo al embajador el cual también aprovecha la ocasión para piropear a Siiri, y es que nunca se tiene demasiada edad para los alagos, aunque sea para una mujer de noventa y cuatro años.

Y así, con esa imagen de dicha merienda nos vamos a recrear ese pastel tosca que tan feliz hace a Eino, el marido de Margit, y que deja todo salpicado de almendras. La elección es perfecta para tomar con café en las horas de la merienda, y con esa cantidad de frutos secos caramelizados también nos recarga de energía hasta la noche.

 

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Tres abuelas y un cocinero muerto.

Un título de lo más atrayente, al igual que la portada ¿verdad? y es que por lo menos nos para al pasar la vista por dicho título.

Este libro es el primero de una trilogía de Helsinki, su autora Minna Lindgren, es conocida en Finlandia por su particular estilo de escritura y por su irreverente forma de ver ciertos temas tales como la muerte.

Es una novela con toques divertidos, pero yo siento decir desde mi modesta opinión que se me hizo muy densa de leer, es lenta y hace que casi pierdas el hilo de la historia.

Por otra parte, es muy entrañable y te hace ver el punto de vista de las personas mayores y en qué situación se hayan muchas de ellas. Cualquiera que lea esta novela es difícil no ver en alguna de estas ancianas algún familiar y con eso hacerte toc toc en el corazoncito. Ese punto de vista que prácticamente no se toca y muchísimo menos se realizan novelas a cerca de ello, ancianos que están muy vivos que por supuesto aún con más de noventa años tienen mucho que ofrecer.

Esta es la historia de tres viudas nonagenarias Siiri, Irma y Anna-Liisa, que residen en un centro privado de apartamentos para la tercera edad, El Bosque del Crepúsculo, dónde son rodeados de enfermeros ineptos y vagos, y obligados a tomar una gran cantidad de medicamentos prescritos por médicos que ni siquiera han visto. Su vida transcurre entre juegos de cartas, viajes en tranvía por la ciudad, asistencia a funerales, alguna reunión de amigos…, hasta la muerte inesperada del cocinero del centro. Pese a su avanzada edad se dan cuenta de que algo no va bien, pero claro quién va a creer a unas ancianitas nonagenarias y por lo tanto quien sospecharía de ellas y de su capacidad de indagación. 

Las conversaciones que mantienen entre ellas son de lo más curiosas, van dando saltos de unos temas a otros, porque si algo les sobra es tiempo. Como un día dónde en uno de sus innumerables viajes en tranvía, una de las amigas, Margit, que está armando algo de escándalo dado que oye mal, aunque lleva audífono, ellas comentan que… dichos aparatos nunca funcionaban y que a los ancianos les colocaban uno de esos solo en una oreja para que los demás se percataran de que no oía. Si hubiesen querido que los audífonos les sirvieran de algo a los usuarios, les habrían puesto uno en cada oreja.

Reseña de Tres abuelas y un cocinero muerto
Portada de Tres abuelas y un cocinero muerto