Y de nuevo por aquí retomando la novela La Chocolatería más dulce de París, os pongo en situación……
Anna está muy deprimida, después de su accidente en la fábrica, y la presión de su madre por saber qué será de su futuro, solo hace más que hundirse un poco más.
Y así, lamentándose encerrada en su cuarto, oye que tocan con los nudillos a su puerta, es su padre que, con una taza de té en una mano, y en su bolsillo unas galletas de chocolate, (siempre es una buena carta de presentación para romper esa invisible barrera y poder dar paso a una charla) intenta acercarse a ella para hablar. Y así poco a poco le comenta que su antigua profesora de francés había llamado y le comentó que le encontró un trabajo relacionado con lo suyo en París. Anna no está convencida, « _…..Ya, en otro país. Imagino que será para barrer suelos…-Su padre se encogió de hombros. -¿qué tiene de malo trabajar en otro país?……¿no te apetece viajar un poco y ver mundo?….» Anna no pensó percatado en mirarlo desde ese punto de vista, seguro que agradecería ir algún sitio donde nadie supiera que le había pasado.
Su padre la miró con afecto. » -Cariño, tú sabes que no me gusta dar consejos………pero francamente a tu edad, la oportunidad de ver lugares nuevos, de vivir experiencias diferentes aunque solo sea una temporadita…..yo no me lo pensaba dos veces. Creo que luego si no lo haces te arrepentirás…»
Y por qué no, la vida está para vivirla y si tomas un camino y después de un tiempo no te gusta, pues cambias, porque es mejor elegir un camino y equivocarse a no haber elegido ninguno.
muy bonito 🙂
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Muchas gracias AlonaDeLark!!
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