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Para coronar la comida, un buen postre.

Continuamos con la novela «Limón, canela y chocolate». Para englobar este título me voy con Noelia a recorrer el pueblo, y es que tenía que quemar las calorías de la cena y de ese delicioso postre, unas natillas caseras con galletas.
El pueblo no era muy grande, en las horas de la tarde el pueblo permanecía en silencio ya que la hora de la siesta era sagrada. Las calles estaban realmente bonitas con los balcones llenos de macetas con geranios y ese aroma dulzón que desprendían.
Al fondo de la plaza estaba la iglesia, al girar su cabeza a la izquierda se encontraba la biblioteca y al girarla a la derecha con el ayuntamiento, eran edificaciones sencillas comparadas con las edificaciones de las ciudades grandes.
En esa plaza se encontraban unos dónde se percató que tenían unas inscripciones, hacían referencia a dotes, tierras, ganado y cantidades económicas en monedas antiguas, su curiosidad hizo que se leyera todos los textos escritos, incluso los de la fuente. Averiguó a través de ellos parte de la historia del pueblo y eso hizo que quisiera saber más del tema. Empezaba a dejar de ser tan aburrida su estancia en Cañada Rosal, y es que ahora tenía varios frentes abiertos.
Con este agradable paseo, Noelia rebajó esas calorías de la comida y de ese postre, así que lo que hay que hacer es movernos para poder darnos estos pequeños placeres.

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2 respuestas a “Para coronar la comida, un buen postre.

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